EL AMOR CURA

Este mes, quiero compartir una reflexión, aunque no sabría si llamarla de esta forma, ya que es fruto de mi experiencia: Aquello que vengo sintiendo desde hace un tiempo en el encuentro con pacientes, compañeros, amigos… Y Aquello que vengo pensando e integrando. Cómo comenté en el artículo de inteligencia emocional, la emoción guía y la razón ayuda a ordenar lo vivenciado.

Es algo, sencillo de escribir, pero a mi parecer, en ocasiones, no tan fácil de integrar. Ha sido fácil leerlo, entenderlo cognitivamente, pero solamente a través de diferentes encuentros con personas, y de diferentes vivencias, ha sido que lo he podido vivenciar encarnado.

Y compartiré pinceladas de mi experiencia con adolescentes que, a primera vista, cualquiera podría decir que no se hacen querer. A primera vista, pero esto cambia cuando los miras más allá de sus palabras, más allá de un portazo….

Mirarlos por completo. I mirarme yo con ellos. Mirar como soy yo con ellos. Que hago, cómo respondo, desde que actitud me relaciono con ellos.

Es verdad que en ocasiones he sentido hostilidad.  Una, que me ha permitido encontrarme conmigo, con mis limitaciones, con mis expectativas, con mis frustraciones, con mis deberías, con esa parte autoritaria alberga en algún recoveco de mi ser  fruto del sistema en que he sido educada y de experiencias varias..

Y cuando me di cuenta que no me servía relacionarme con ellos, solamente desde lo que yo creía que debía ser, desde lo que yo creía con la mejor de mis intenciones que era lo mejor para ellos, empecé a mirarlos, a escucharlos, a interesarme más por sus historias, a tener en cuenta sus opiniones, y entonces nos ENCONTRAMOS.

Seguía habiendo negativas por su parte, lo cual es normal en esta etapa de la vida, enfados, rebotes, pero yo, ya no era la misma persona.

Cuando esto ocurría, yo permanecía, tranquila, hasta que pasaba la tormenta, y entonces, podía acercarme, conversar, y preguntarle ¿Qué necesitas? Y entonces, ellos, te dan todo, se abren, colaboran, expresan, y vuelve a haber un encuentro…

Seguía sintiendo enfado en ocasiones, y éste también me permitía poner límites, pero de una forma más saludable.

Creo que no solamente es la forma de actuar la que propicia el cambio, sino la aceptación del otro por completo. La aceptación de su historia, su vivencia, su momento vital. La aceptación de que está en su momento, con sus características, y no en otro. No en el que yo, desde la mejor de mis intenciones, deseo que esté. Y no le ayuda que yo vuelque mis deseos sobre ellos. Porque no cambia su historia, y no cambia su vivencia. Pero si puedo acompañarlos desde ese lugar en el que se encuentran, y caminar a su lado hasta donde ellos quieran.

Y es cuando me libero de todo lo que yo creo que debería ser, aun con los mejores conocimientos, con las mejores intenciones, con la razón absoluta…Es cuando me libero de todo esto, cuando se produce un encuentro yo-tu.   Y eso es amor, amor con respeto, honestidad y aceptación, liberación y fluidez.

Y es por eso, que comparto esta vivencia, porque es en aquello que más nos moviliza internamente, donde encontramos los grandes aprendizajes, las grandes revelaciones. Revelaciones, que parecen místicas en las páginas de algunos libros, e incluso en boca de la cantidad ingente de gurús del crecimiento personal que hacen apología del amor.

Pero realmente son experiencias, aprendizajes, que están ahí, delante de nuestras narices, todos los días. Cuando tu hijo tiene una rabieta, que no es más que la expresión de sí mismo enfadado, cuando un compañero o compañera te devuelve una contestación subida de tono…Ahí es donde está la oportunidad de acercarnos al otro, de acercarnos amorosamente, de respetar su estado y respetarnos, de expresar como nos sentimos ante esta reacción y preguntar cómo se siente él o ella, que le está pasando, de interesarnos por el otro, por lo que hay más allá…De mirarnos en relación con el otro, y no quedarnos solamente de la piel hacia dentro.  Y ahí surge el verdadero amor, el amor que cura, que sana, que ayuda a crecer.

 

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